Editan Buena Vista Social Club en Carnegie Hall

Editan en cedé el inigualable concierto de Buena Vista Social Club en Carnegie Hall

Aquel concierto fue único. El Buena Vista Social Club tocaba en el legendario Carnegie Hall, en Nueva York, con localidades agotadas, y buena parte del público era cubano.

“Todos se volvieron locos. Pero no del modo en el que la gente da una ovación de pie a un circo de pulgas, porque hoy la gente ovaciona… no, esta era en verdad una conexión que casi nunca ocurre, era emotivo, muy profundo. No era por la fama o el dinero ni por el número de discos vendidos ni la promoción mediática. Era una cosa hermosa”, recuerda el productor Ry Cooder.

Al menos la mitad de la gente era cubana, muchos mayores. “Los que más extrañan el hogar”, dijo Cooder en entrevista telefónica con La Jornada desde Los Ángeles, California.

“Fue una emoción tremenda”, recuerda el guitarrista y cantante Eliades Ochoa, integrante de Buena Vista Social Club, vía telefónica desde Santiago de Cuba. “Me sentí músico grande, famoso, ovacionado por aquel público. Ya había recibido en muchos conciertos muchas ovaciones, cariño, respeto, pero un concierto de esa magnitud… me sentí un artista realizado. Sentí que servía para algo. Fue uno de los momentos brillantes en mi vida.”

El músico describe cómo había mucha gente llorando. Por la ausencia de su país, de lo suyo, sí, “pero lo mismo lloraba el recién llegado (a Estados Unidos) que el que no había venido (a Cuba) nunca. Era la emoción de aquella cosa tan grande que estaba sucediendo ahí”.

La grabación del histórico concierto del primero de julio de 1998, una década después, es editado en un cedé doble por World Circuit/ Discos Corasón.

“Tiene mucho poder. El disco original en estudio (Buena Vista Social Club, 1997, ganador del Grammy) es más íntimo”, explica Ry Cooder, productor de aquellas sesiones.

Lo sacan hasta ahora porque la grabación original tenía problemas, explica Cooder. Se acercó el décimo aniversario y Nick Gold, fundador y cabeza de World Circuit, le preguntó por qué no volvían a echarle un ojo.

Via La Jornada