El día de hoy en su columna del diario Milenio, el periodista Hector Aguilar Camin critica a Julio Scherer García por su entrevista al narcotraficante Ismael “el mayo” Zambada.

A continuación su columna:

Si alguien conservaba alguna duda de que el narco sabe usar a la prensa y hay prensa que se deja usar por el narco, no tiene más que acudir al encuentro que Julio Scherer aceptó tener con Ismael El Mayo Zambada, capo número dos del cártel de Sinaloa, uno de los más buscados y temidos de México.

La nota del encuentro ocupa la portada de la revista Proceso, propiedad del propio Scherer. En la foto aparece Zambada, con lentes y gorra que impiden precisar sus facciones, poniendo un brazo protector, a la vez amigable y prepotente, sobre el más bajo Scherer, quien ofrece a la cámara una sonrisa donde puede leerse a la vez deleite, atrevimiento, satisfacción y extravío.

El periodista ha sido llamado a tener un encuentro con esta celebridad: Ismael El Mayo Zambada, compadre de Joaquín El Chapo Guzmán, conductores ambos de una de las redes más mortíferas de sicarios que hay en su negocio.

¿A cuántos periodistas habrán mandado matar El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán? ¿A cuántos tendrán sentenciados, amenazados o en la mira? ¿A cuántos habrán silenciado o
comprado?

No es un asunto que importe en el reporte lírico que hace Scherer del encuentro, dedicado a la glosa de las opiniones de Zambada sobre la mala información que le dan al Presidente, las tropelías que hacen los soldados, los muchos capos que vienen en camino.

En la versión de Scherer, Zambada pontifica como un sociólogo o un líder de opinión: la guerra contra el narco, dice, “está perdida” porque “el narco está en la sociedad, arraigado, como la corrupción”.

Scherer se ocupa del lado humano. Hace confesar a Zambada que tiene miedo, que vive a salto de mata, que no sabe si tendrá los arrestos suficientes para matarse cuando lo
cerquen.

Zambada escogió a un vocero periodístico con autoridad. La autoridad del vocero confiere autoridad al que habla y el que habla, aunque habla poco, reconoce la autoridad de su vocero: ha leído sus libros y le parece que no miente.

Supongo que Scherer no hace sino repetir una vieja historia de periodistas en países donde el crimen organizado se vuelve centro de las noticias.

Llegados a ese punto, de pronto la entrevista con un jefe del narco es codiciable. Momento climático de nuestra confusión pública: el criminal se vuelve personaje y puede escoger al periodista que lo visita.

El Mayo Zambada escogió a un santón de la prensa mexicana, y el santón fue a su guarida, “un lugar no revelado”, derramando adrenalina, valentía, entereza periodística.

Qué pena.