Messi, El argentino más pequeño

La mejor imagen que he visto de Lionel Messi está en los ojos de este hombre: Salvador Aparicio murió hace cuatro años. Toda la vida fue el entrenador del Abanderado Grandoli, un equipo de niños menores de seis años al sur de Rosario. Allí jugaban Rodrigo y Matías Messi. Una tarde al formar el cuadro se da cuenta que sólo tiene diez jugadores, voltea hacia la banda y recuerda que al campo siempre viene el menor de los Messi acompañado de la madre y la abuela. -Señora présteme al niño que me falta uno para formar el equipo-.

Doña Celia contesta -No, no, no sabe nada, es muy chiquito, nunca ha jugado-. Insiste Aparicio -Mire señora que se quede aquí paradito, si nomás lo quiero para que haga bulto, déjelo jugar, se lo pongo cerca de la raya, así cuando llore, lo saca usted solita-. La abuela de Messi intercede y termina alineando. Mientras Aparicio continúa con el relato, la voz se le va quebrando. -Era muy chiquitito, no sé cuántos años tenía, la primera pelota le pasa por la derecha y ni se movió, la segunda le llegó por la izquierda y le rebota en las piernas, pero la acomodó y salió en diagonal gambeteando a todos-. Aquí es donde el viejo no puede más y llora. Al preguntarle si él fue quien descubrió a Messi, se asusta, no quiere cargar con la culpa. -No, yo no lo descubrí, sólo lo puse a jugar-. No importa todo lo que ha ganado, ni el lugar que ocupa, la verdadera grandeza de Messi es que sigue siendo aquel niño chiquitito. El argentino más pequeño de todos.

Escrito por José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo para Milenio Diario