Carta de Jordi Soler a Rita Guerrero

Carta del escritor y ex-locutor de radio Jordi Soler a su amiga Rita Guerrero, vocalista de Santa Sabina tras su muerte:

Rita querida: hoy he despertado con la noticia de tu muerte. No puedo creerlo, estoy muy lejos, a un océano completo de distancia y tengo que decirte que, como diría aquel poeta que nos gustaba mucho, “por doler me duele hasta el aliento”.

En Barcelona no para de llover y yo no dejo de pensar en ti; te recuerdo en el LUCC, hace más de veinte años, en un concierto al que entré porque alguien me había dicho que era imprescindible ver a Santa Sabina, y lo que vi esa noche me conmovió profundamente, los músicos eran estupendos, pero tú eras lo nunca visto; cantabas y te movías por el escenario con un talento y una energía, con esa rabiosa electricidad que muy pronto puso a la ciudad de México a tus pies.

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Luego nos hicimos amigos, con una fórmula que ahora me parece el principio de todo; te subiste a mi coche, apenas nos conocíamos, y te pregunté a donde querías ir, y tú me respondiste: a dónde me lleves. Recuerdo nuestras largas conversaciones sobre música que terminaban siempre junto al tocadiscos analizando el bajo diabólico de John Paul Jones, o escuchando una y otra vez las piezas medievales de Montserrat Figueras, o los hits de rompe y razga de Germaín y sus Ángeles Negros. O los Kafka y los Yourcenar y los Bataille que nos íbamos pasando o nuestro deslumbramiento con aquella novela de Javier Marías que tenía aquel episodio en La Habana que tanto nos gustaba. O nuestras expediciones a la cineteca o a la filmoteca de la UNAM buscando la luz de nuestro ídolo Andrei Tarkovsky; y todo aquello metido en una interminable conversación que empezaba en tu casa en el Centro, y pasaba por restaurantes y cantinas, y a veces llegaba hasta la madrugada en uno de esos antros siniestros que nos causaban una morbosa fascinación.

Quiero decir que te recuerdo, viva como nadie, te veo moviendo cielo y tierra para que nos prestaran el estadio de la UNAM, donde montamos aquel concierto enorme para ayudar a los Zapatistas; metimos todo el dinero que ganamos en tu bolsa y fuimos a la Unidad Francisco Villa, que se había convertido en campamento militar; me acuerdo de nuestro desconcierto mientras caminábamos entre esa densa multitud de soldados indígenas que nos miraban con recelo y agradecimiento, y nunca voy a olvidar tu cara de felicidad cuando le diste al comandante Tacho aquella bolsa inmensa de dinero.

Recuerdo tus clases de canto con aquella maestra y esas modificaciones milimétricas que a fuerza de ejercicios le ibas haciendo a tu voz, esa voz inolvidable, esa voz que nos ponía la carne de gallina, esa voz ante la cual latíamos todos como un solo corazón, esa voz que eras tu. Te deseo lo mejor allá donde estés. Ya sabes lo mucho que te quiero. Jordi.”

Jordi Soler ,Marzo 15, 2011