Asi se despidio Gomez Junco de Tomas Boy

Tras la muerte de Tomas Boy, ex futbolista y director Tecnico mexicano, diversas personalidades se han despedido de el, tanto futbolistas como comentaristas expresaron su pesar tras su impetuosa muerte.

A continuación las palabras de Roberto Gómez Junco:


Se fue para siempre Tomás Boy.

Prematura, repentina, intempestivamente, llegó al final de su existencia terrenal este gran director técnico… y legendario futbolista.
Excepcional, de una inusitada solvencia técnica y tremenda clase; pleno dominador del propio y espigado cuerpo, de las circunstancias del juego, y sobre todo del balón.
Siempre erguido, elegante y pulcro en la conducción de la pelota y para controlarla; habilidoso en el desborde, con una pasmosa capacidad para pasar con precisión en corto y también en largo. Y con una visión de cancha que muy pocos han tenido.
Un futbolista de talento único, inteligentísimo para leer e interpretar el juego, para saber qué hacer con el balón desde antes de recibirlo, para elegir entre las mejores alternativas que cada jugada presenta, para sacarle el mayor provecho posible a los movimientos de sus compañeros.
Especialista en la ejecución de penales y tiros de castigo, pero igualmente virtuoso para pegarle al balón en movimiento.
Si se piensa en los diez mejores jugadores en la historia del futbol mexicano, inevitablemente debe contemplarse el nombre de Tomás Boy Espinosa.
Y como director técnico, bastante mejor que lo supuesto por quienes todo lo ven exclusivamente a través del simplismo de los títulos obtenidos. Así como nuestro futbol le debe uno a Rubén Omar Romano -por citar otro claro ejemplo-, a Tomás Boy ya quedó debiéndoselo.
Pero además de su elevada estatura como director técnico y de sus grandiosas cualidades como futbolista, en la relación como compañero y amigo estaba siempre el incomparable personaje.
En lo que a mí respecta, le agradezco esos cuarenta y cuatro años y medio de enriquecedores encuentros, de memorables convivencias, de innumerables llamadas telefónicas y mensajes escritos, desde aquel lejano 1977 hasta este aciago 2022. En la cancha, en las concentraciones, antes y después de los partidos, o en los viajes que realizamos juntos al desempeñar el rol de comentaristas en la cobertura de las Copas del Mundo de 2006 y de 2018, con un mes de intensa interacción en Múnich, y de tres semanas en Moscú.
Por esa rara costumbre de la indescifrable providencia de propinar ciertos golpes, Tomás se fue unas cuantas semanas después de la partida definitiva de Rosalinda, la madre de sus tres hijos; y en ese luctuoso trance se produjo nuestro penúltimo contacto por la vía del WhatsApp.
A diferencia de lo que solía suceder en nuestra comunicación por ese conducto (tardanza de horas o de días para responder algunos mensajes), en esa ocasión llegó a los diez minutos la respuesta de Tomás a mi abrazo:
“La vida nos lleva donde ella quiere, una ley universal que debe cumplirse cabalmente. Muy duro para mis hijos. Gracias”.
Conmovedoras palabras que hoy adquieren, dolorosamente, una dimensión distinta.
Tomás el inolvidable.